Cómo cambiará la vida en Sierra Grande tras la instalación de la planta de hidrógeno verde

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El anuncio impactó a la provincia de Río Negro: 8.400 millones de dólares para construir una central de hidrógeno verde (una energía alternativa que el mundo necesita con urgencia). Ya de por sí se trata de una montaña de dinero difícil de imaginar.  El tema es empezar a estudiar cómo se traducirá en la vida cotidiana de los rionegrinos. Especialmente, en la castigada población de Sierra Grande y el sur provincial.

Se trata de la inversión privada directa más importante de las últimas dos décadas. Fortescue es un grupo australiano que empezó a desarrollarse a partir de la industria del acero y los minerales; después se consolidó con la energía y ahora también analiza invertir en alimentos. El anuncio se hizo en la cumbre mundial de Cambio Climático que se realiza en Escocia por el mismo presidente Alberto Fernández. La gobernadora Arabela Carreras sabía que su concreción estaba cerca: de hecho, desde hace por lo menos cinco meses se vienen analizando distintos borradores.

Río Negro ya había dado un paso importante con el estudio de la consultora alemana Fraunhoffer, que sugirió una serie de localizaciones teniendo en cuenta dos necesidades vitales para el emprendimiento: agua como materia prima y energía eólica para procesarla. El segundo paso fue la vinculación con la empresa australiana, el avance en los programas y la elección final de una ubicación: Punta Colorada, en el área de Sierra Grande.

El impacto en la población


Sierra Grande se desarrolló alrededor del complejo minero de Hipasam y sufrió las terribles consecuencias de la paralización y cierre de la actividad. Según el censo de 1991, tenía 11.192; 10 años después había bajado casi a la mitad, 6.764. Y el último censo, de 2010, registra 7.404 pobladores.

Los números poco dicen del drama humano que representó aquella crisis de la que todavía no logra recuperarse: las migraciones, las familias divididas, la angustia por la pérdida de futuro y de perspectiva económica. La identidad de todo un pueblo se perdía de un plumazo.

La alternativa de una central nuclear en la zona no satisfizo las expectativas de la población serrana y del golfo: hubo un cambio en las prioridades de la sociedad, que eligió un ambiente autosustentable a una promesa tal vez lejana.

El hidrógeno verde entraría en esa definición de sustentabilidad. Y lo más importante: generará alrededor de 15.000 empleos directos y unos 40.000 indirectos. Los empleos directos son más que la población actual de Sierra. Habrá que imaginar un proceso de migración desde diferentes puntos de la provincia y del país hacia la localidad. Esto significará viviendas, escuelas, seguridad, servicios. La inversión privada adicional se canalizará hacia los servicios, desde la construcción a la provisión de bienes. El municipio deberá pensar en un plan urbano nuevo, que oriente el desarrollo de acuerdo a las posibilidades del lugar. Y de paso, para no generar nuevos problemas.

Otro impacto será sobre el emprendimiento balneario de Playas Doradas, hoy apenas una iniciativa en pañales con unas 150 familias radicadas en forma permanente. Sabemos que no hay muchos lugares de esparcimiento en esa zona agreste. Y el paraje ya tiene un camino pavimentado, cloacas y agua corriente desde hace cinco años. Habrá que pensar también cómo podrán reforzarse esos servicios.

Punta Colorada, el lugar seleccionado para la planta de hidrógeno verde, era el puerto minero de Hipasam, el lugar donde entraban los buques para cargar los pellets de hierro. Y con el cierre de la mina, quedó limitado a actividades recreativas o de pesca artesanal. Ahora se verá revitalizado.

También habrá que ver como se conjuga esta actividad económica con el puerto de San Antonio Este, ubicado a unos 150 kilómetros al norte, sobre el Golfo, y el único de aguas profundas en ese sector.

Para la provincia, se presenta el desafío de articular esas inversiones para que sirvan para el desarrollo del sector. La gobernadora Carreras anunció que convocará a participar en dos consejos asesores: uno técnico, el otro social, para trabajar en conjunto. Además de las obligaciones, la provincia tiene ante sí dos desafíos: cómo gestionar ese desarrollo y acompañar a los inversores en esta etapa.