El orgullo de un papá por su hijo, el piloto de la Scaloneta


El aviador vivió sus primeros años en Sierra Grande y luego emigró detrás de sus sueños de volar. Hace pocos días comandó el avión que transportó a la Selección campeona desde Qatar. Un problema familiar lo distanció de su padre.

    El histórico triunfo de la Selección Argentina sigue retumbando fuerte en el mundo, como en nuestros oídos el “Muchaaachooosss…”. La gloria futbolística se adueñó de la agenda nacional y todo lo que tenga relación con los campeones capta la atención del publico. Detalles que parecen intrascendentes son noticia destacada y se repiten hasta el hartazgo. En ese vendaval de comentarios y anécdotas interminables surgió que uno de los pilotos del avión de Aerolíneas que trajo a Messi y al resto del plantel con la copa dorada tiene un fuerte vínculo con Río Negro.

    Es Pablo Andrés Golder Venneri, quien vivió su infancia y tuvo sus primeros contactos con la aviación en Sierra Grande, donde la difusión de una foto suya en la cabina de la aeronave con el ansiado trofeo en sus manos fue casi tan festejada como el mismo logro deportivo.

    Su papá, Raúl Golder, un vecino afincado en la costa atlántica provincial desde hace muchos años, lucha por contener su emoción cuando habla del hijo, y no esconde que una pena anida en su corazón.

    “No tengo cómo descargar mi orgullo, porque hace un tiempo largo que no tenemos trato. Necesito abrazarlo, besarlo y decirle lo feliz que me hace”, lamentó con un hilo de voz Golder padre, quien solo indicó que hubo un distanciamiento por cuestiones de familia y nunca más habló con él.

    Todo lo que sabe del aviador de 44 años es por los rumores que le llegan de conocidos o la prensa, como sucedió con el regreso de Qatar.

    “Sé que lo confirmaron en rutas internacionales”, agregó respecto a la carrera que está desarrollando en la actividad aeronáutica.

    Raúl contó que se mudaron a Sierra a mediados de los 70 y que Pablo si bien nació en Buenos Aires por problemas de salud de la madre, volvieron a los pocos días al entonces pujante poblado minero.

    Allí el niño tuvo su primer contacto con la aviación. Una antiguo foto en blanco y negro que acompaña este artículo lo muestra en brazos de su papá el día que se inauguró el Aeroclub de la localidad del sureste provincial, ubicada cerca del límite con Chubut. Fue el 8 de diciembre de 1978.

    Recordó con tono afectuoso que “su bautismo de vuelo lo hizo cuando tenía menos de seis meses de vida”, porque ese día el bebé voló por primera vez. “A veces digo que le marqué el camino sin quererlo”, admitió.

    Pocos años después, cuando aún cursaba la escuela primaria, Pablo volvió a Buenos Aires con su madre. Se graduó en la carrera de Diseño Gráfico y Publicidad y partió hacia Europa, para radicarse en Barcelona. En esa ciudad española decidió dejar todo y hacer el curso de piloto, por lo que tuvo que trabajar para pagar los primeros pasos, dado que los costos son importantes.

    “Se mató laburando durante cinco a seis años, como dice la madre, para juntar los Euros necesarios”, resaltó.

    Pero por un consejo decidió volver a la Argentina, dado el país está considerado como uno de los mejores lugares para aprender la profesión. Y así comenzó a forjar el sueño que concretó y lo lleva por los aires del mundo.

    “Siempre le gustó estudiar mucho”

    Pablo no solo es piloto de avión internacional, sino también instructor de pilotos, además de haber obtenido la licenciatura en Diseño Gráfico y Publicidad.

    Su padre resalta que “siempre le gustó estudiar mucho” y que fue muy responsable con lo que emprendía.

    A los cuatro años aprendió a tocar la guitarra y siguió capacitándose a lo largo de los años.

    Raúl recuerda que en una oportunidad pasaban el verano en un balneario de la costa bonaerense y en su trabajo le informaron que podía prolongar las vacaciones, por lo que decidieron quedarse unos días más en el lugar.

    Pero el jovencito había hecho otros planes. “Nunca me voy a olvidar, me dijo ´viejo yo el 7 de febrero tengo que estar en Buenos Aires porque retomo mis clases de guitarra”, y pegó la vuelta, evocó el padre.

    “Estoy muy orgullo”, reiteró en más de una oportunidad Golder. “Tengo tantas ganas de abrazarlo y besarlo, pero no puedo. Es una gran pena, pero es lo que me tocó”, lamentó.